domingo, 12 de diciembre de 2010

Jorge Sievers: El Instituto Regional Veracruzano

Tabla Caliténica com alumnos de IV, V y VI del Instituto Regional Veracruzano
Orizaba, Veracruz, México. Mayo 14 de 1951 (Foto colección de Jorge Sievers)

INSTITUTO   REGIONAL   VERACRUZANO
 ( Recuerdos del internado )

Por Jorge Sievers Lemaistre 


Originalmente este edificio se construyó como convento; tenía bardas altas y anchas que lo circundaban, dando el frente a lo que es la carretera federal México-Veracruz y que de la entrada a la banqueta era de tierra; al lado izquierdo(norte), esta la iglesia de Santa Maria y al derecho (sur) estaba una talabartería; al entrar a mano derecha, se encontraba la recepción, al fondo el despacho del director de primaria Luis Meza Durán, también profesor de sexto año y mas al fondo, el despacho del director de secundaria Dr. Limón Krausss y profesor de un grado a su cargo.  Continuando de frente, por un pasillo de losetas de ladrillo rojo, del lado izquierdo estaba la barda que daba a la iglesia mencionada y a la derecha, dos salones de clases de secundaria y protegidos por barandales laterales, una escalera de 3 escalones que daba a un patio de piso de cemento. Rondando los salones de clase, al fondo, con ventanas a la calle, estaba el salón de quinto año y nos quedaban a la derecha, otro salón de secundaria y tercero de primaria, quedando en escuadra, hacia los escalones, el salón de cuarto año; a un par de pasos de estos escalones, se encontraba la escalera para subir al salón de sexto grado y además, sobre el techo de cuarto año, había espacio para 8 camas y en medio de ellas, la entrada a dos escusados, cuya puerta y luz funcionaban toda la noche, y el piso empapado, ya que ningún interno le atinaba; al final estaba el dormitorio del primer prefecto, Carlos Ochoa que en el día era el profesor de cuarto grado, y en escuadra, hacia la calle espacio para unas 25 camas y en escuadra, dos cuartos pequeños, para un total de 10 camas; una de ellas para el segundo prefecto, José Antonio Gómez, que se encargaba de los mas pequeños y que en el día era el profesor del tercer año de primaria

Cruzando el pasillo hacia el fondo, se llegaba a otro pequeño patio encementado, donde estaban los anaqueles de los útiles de los internos y a la derecha al fondo, un tanque de agua de 2 metros cúbicos, que usábamos de alberca y se limitaba con una alta pared, con la talabartería; a la izquierda estaban las regaderas, dos series de 3, una frente a la otra, una banca y un espejo, también una a cada lado, un salón grande que era el comedor y la cocina, cuarto mas pequeño, que terminaba formando otro pasillo en el que se encontraba una pila larga con muchas llaves, donde se lavaban la cara, manos y dientes los alumnos.

Al salir a este patio, todo de tierra, al lado izquierdo estaba una serie de 8 escusados, continuaban 3 fregaderos, donde se lavaba la ropa de los internos y la barda del convento, con los hoyos grandes de lo que fueron criptas, tal vez de los frailes de mas rango, terminando en la calle que con un puente, cruza el río, que limita al sur al internado, separándolo por una barda que da a la talabartería ,cuya profundidad da hasta los baños mencionados.

En este patio había árboles de aguacate, un pimiento, arbustos y algo de hierba ya que con sus juegos, los alumnos se habían encargado de matar el zacate y con las carreras de “tú las traes”, fútbol, béisbol, frontón o encantados, levantaban mucho polvo. 

No podría precisar en que año, ésta construcción, de arquitectura colonial, empezó a ser utilizada como escuela para varones, pero, tratando de aprovechar los amplios dormitorios, en 1948 se inicia como internado para varones, con un patronato encabezado por el cura de Orizaba, que garantizaba un proceder honesto y moral para los internos.

La enorme amistad que existía con el Dr. Krauss, que incluso saludaba a los señores Sievers como “mi papi” y “mi mami”, era otra garantía que estos chamacos traviesos, quedaban en buenas manos y así fue como estos corrieron a su clase; Jorge a cuarto y su hermano a tercero, mientras los padres hacían la caminata de todo el edificio y sus instalaciones, notando que entre balcón y balcón de los dormitorios, frente a las camas, estaban los roperos que guardaban las ropas de los internos

El ritmo en el internado era; levantarse a la 7:15 minutos para tender camas y vestirse y estar de pie a la piesera de la cama, con los brazos cruzados, para rezar, bajo la directriz del profesor  Ochoa, bajar corriendo a lavarse la cara, bolear los zapatos y a las 7:30 estar formados para entrar al comedor a disfrutar de una exquisita avena de tercera, con paja y gorgojos y si le hacían el feo, les traían el segundo plato, un café con leche aguada y cuatro microscópicos panecillos, que los pequeños se echaban a la bolsa para dárselo a los mayores al salir a las 8, y nadie podía levantarse de la mesa antes de que todos terminaran para lavarse los dientes después y estar listos para clases a las 9; los externos y medio internos entraban a las 8.45 que se abría la puerta principal.

A las 13 horas salían de clase y los internos y medio internos a las 13:30 entraban formados a sus lugares correspondientes, a comer una sopa de coditos que indicaba lo tacaño del patronato para comprar mejor comida o de letritas para que no se nos olvidara el abecedario, un plato de arroz que no debe faltar nunca en la dieta mexicana, un guisado y el bistec se debía cortar de un determinado modo, frijoles y una gelatina o una fruta y por cierto, el plátano había que pelarlo y comerlo con tenedor y chuchillo; todo acompañado por 2 diminutos bolillos. Se terminaba a las 14:30 y se lavaban los dientes, se vaciaba el estómago, a veces se hacia cola y se esperaba la entrada a clases a las 15:00, que eran las 3 de la tarde. A las 5 se acaban las clases y los externos salían corriendo a la calle, unos jugando, otros peleando, pero el caso es que sin fijarse, llegaban a la calle y a muchos los atropellaron los autos por salir alocados. De las 5 a las 7 era la hora de juegos de los internos y a las 7, cuando había que subir al salón de sexto grado, que era el de tareas y a las ocho, pasar a los dormitorios a dormir, rezando antes, para darle gracias al señor por lo bueno que  les protegió y les dio en el día y como en la mañana, con la directriz del prefecto Ochoa

Jorge era el mas flaco de todos y le apodaron calavera, calaverita, calaverón; pero, como acostumbraba en casa decirle todo a sus papas, así lo malo de los grandes, se lo decía a los prefectos y de marica no lo bajan; habiendo uno al que el prefecto se lo contaba y este grandulón, agarraba al chamaco, por los pelos y lo jaloneaba, sobre todo los miércoles que tocaba baño, que los pisos eran lisos y se enjabonaban, ya que mientras unos entraban a mojarse, otros salían a frotarse, y en cueros, sobre las nalgas, lo arrastraba  como cochecito; al principio fue la frustración del chamaco, ya después era diversión para todos.

En la dizque alberca, la barda que colindaba con la talabartería, estaba apoyada en la mitad de los ladrillos y la mitad saliente, Jorge la usaba, para irse, con la espalda a la pared, de lado a lado y era el único, por su flacura, además, después de lavarla, cuando empezaba a llenarse y tenia dos escalones de agua, se tiraba de clavado y ni siquiera rozaba el piso.

Los primeros viernes de cada mes, había que ir en ayunas a la Catedral a confesarse y comulgar y el mes de mayo, todos los viernes, a llevarle flores a la Virgen Maria y en algunas ocasiones los prefectos se olvidaban de las llaves de la puerta de entrada y Jorge se metía entre los barrotes de la ventana de quinto año, para abrir la puerta por dentro. Como los Sievers no habían hecho la primera comunión, hubo mucha presión de los prefectos, así es que los fines de semana tuvieron que asistir al catecismo en la Iglesia Inmaculada de Córdoba, para irse preparando.

En dos ocasiones el profesor Ochoa tentoneó el pene de Jorge, y además lo asustó, diciéndole que estaba en pecado por estar circunciso y que cuando hiciera la confesión para su primera comunión, tenía que mencionarlo; por supuesto que el chamaco todo espantado se lo comento a sus padres, pero no les creían en la dirección, cuando estos lo reportaban, ni la mala alimentación con comida de poca calidad; además que para comprobar que los niños mentían, se efectuaban desayunos y comidas, previamente programados, que daban tiempo al internado, de comprar artículos de primera calidad y suficiente para demostrar la excelencia y estimacion por los internos y en general por todo el alumnado

Para 1949, en febrero, principios o finales que era cuando se iniciaba el año escolar en esa época, sin explicarse, que tenía que ver la fecha en que caía la Semana Santa; pero que de eso dependía el regreso a clases, llegan nuevamente los Sievers al Instituto a la misma rutina; pero con la novedad de que el prefecto tentoneador, Ochoa, ya no estaba, suponiendo que fueron otros padres que también se quejaron de manoseos a sus hijos. El prefecto Gómez, pasa a ser principal y como segundo llega el profesor Octavio Barquet, adorador de chamacos y animales raros o poco conocidos, ya que amarrado a la pata de una de las bancas del baño había una marta, que apestaba horrible y nos daba miedo y para que no nos espantara, la cambio por un tejón y eran los mismos temores. Para cuarto año llegó el profesor Andrés Matews

Este año, ya con mas confianza, Jorge deja de andar de marica y en vez de sacar sus panes para regalar, ahora pide que saquen para él a internos de nuevo ingreso que sustituyeron a otros que dejaron el internado y en el dormitorio que daba a la calle, como los prefectos bajaban a planear sus cosas, empezaba la guerra de almohadazos hasta que nos cachaban y nos daban en las manos con una regla doble que más que dolernos, hacia escándalo.

En quinto año estaba el profesor Miguel Domínguez, muy buena persona, que estimaba a sus alumnos, pero que no le gustaba oír murmullos en clase y mucho menos cuando estaba frente al pizarrón. Tenia muy buen oído y memoria para reconocer de quien eran las voces y sobre su hombro, aventaba el gis y si era reincidencia, volaba el borrador, con tan buen tino, que siempre le daba al platicón Jorge había pasado cuarto  de panzazo y no andaba muy bien este año así es que el profesor le dijo a sus padres, que ya no gastaran más en él internado y que se lo llevaran a casa a estudiar ya que había reprobado los exámenes semestrales y en septiembre lo retiraron de la escuela.
Como no había cambios en la vida del internado, los Sievers, siempre inquietos, traman sus travesuras y Jorge empieza a decaer, a estar apático y a ganarse puntos malos, peleando lo que hacía que juntara los 10 y no fuera a casa los fines de semana. Castigo que en vez de molestarlo, le agradaba, ya que ayudaba a las muchachas de la limpieza a lavar los pisos de entrada y además que se subía al techo del comedor y la cocina a bajar las pelotas que los externos volaban, al jugar béisbol o frontenis.

También regresó este chamaco a su época de bebé, empezando nuevamente a orinarse por las noches y lo hacían levantarse una hora antes para que bajara a bañarse y por lo menos lavar su pijama, por supuesto con agua fria, ya que en el edificio no existía agua caliente ni para lavar los platos en la cocina o la ropa puerca en los fregaderos; se pensaba que el niño era un holgazán, sin investigar que es una enfermedad muy común, que callan niños y padres por vergüenza. El se mojaba la cabeza y el cuello, pero lo delataban sus nervios cuando lo llamaba el prefecto, además que subía sin titiritar de frío, por lo que lo regresaban a bañarse enterito.

Este año de 1949, ya con algo más de confianza también se subía a los árboles de aguacate, cuando había fruto, para cortarlos y ponerlos bajo llave en su anaquel, pero los  mayores le sabían la maña al candado y lo abrían fácilmente, por lo que optó por ir al patio a enterrarlos y haciendo los agujeros, encontraba, al principio muy espantado corrió a llamar al prefecto Gómez para que viera. Camas, escupideras, platos de aluminio huesos y calaveras, posiblemente de los jardineros o capellanes de poca alcurnia que no merecían ir a dormir en las paredes y como era costumbre, se enterraba al muertito, con todas sus pertenencias. Quiso echarse de clavado con la misma cantidad de agua como el año pasado, pero a pesar de las negativas de sus compañeros, lo hizo y fue de frente contra el piso, rebotando, teniendo que sacarlo de prisa, todo mareado, con chipotes y raspado de la cara.

Con la misma rutina se encuentra Jorge en 1950, pero conociendo a los viejos compañeros y pocos nuevos; entre los que estaban, también por buenos muchachitos, Alfredo Kuri Dib, Alfredo Ruiz, hijo del Dr. Ruiz, que tuvo su casa y consultorio en la ave 11 y calle 13, que fuera después, el primer hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social y tan flaco que lo apodaron huesito y Eduardo el gato Mendoza que entró a tercero y que no aguantaba las chuleadas que le daban por sus ojos verdes y brillantes.

En las vacaciones habían pavimentado parte del patio trasero, para hacer una cancha de básquetbol y que ocasionaba constantemente chamacos con raspones; pero felices de poder practicar ese deporte. Y para bajar barriga, con los internos  mayores, al terminar en la tarde las clases, el profesor Domínguez cascareaba el básquetbol.

Una de las agradables sorpresas por que no estarían los animalitos extraños, era que el prefecto Barquet, aunque se le extrañaría con estimación, había sido sustituido por el profesor Domínguez, que siguió dando su clase en quinto año, ahora con la unificación de los dos Sievers. Castigaba a los internos poniéndolos de frente a la pared y aventándoles una pelota bofa, con la mano izquierda, de 10 a 20 veces, de acuerdo a la falta cometida y a diez pasos de distancia. Y que desde luego Jorge se llevaba el premio de más veces estar recibiendo pelotazos.
Como Jorge siguiera con su dizque flojera para ir al baño, pasaron su cama junto al baño, que como se mencionó antes, la puerta nunca se cerraba, la luz nunca se apagaba y el piso amanecía como una laguna, ya que nadie le atinaba y toda la noche apestaba horrores, pero ya no se distinguía si la peste provenía de la cama del pipión o del baño. Sin que se dieran cuenta, era tal la frustración del chamaco, por este problema, que con una liga se la ponía en su sexo y desde luego, se endurecía y anchaba y era un suplicio para desligarse e ir al baño. Cada noche dormía en una esquina de la cama, buscando la más seca y hecho bolas, para tratar de estar calientito y lo bajaban a bañar con la pijama empapada, pegada al cuello como corbata.
Quien sabe quien plantó una mata de tabaco en el patio del fondo y como Jorge ya fumaba, arrancaba un par de hojas, las hacia taco y las ponía arriba de la barda, donde para subir, las raíces de una liana cooperaban para que subiera y así secarse por el calor del sol. La liana principalmente estaba del lado de la talabartería y era donde en sus ramas, se echaba sus chupadas, pero en una ocasión le pegó tan duro, que cuando tocó la campana para cenar, de mareado no se fijó que se agarraba de una raíz podrida y cayó de cóccix en una piedra, que si no hubiera sido por el miedo al perro de la talabarteria que le ladró se hubiera quedado paralítico; pero sin saber como, de un brinco a la piedra, otro arriba de la barda y de ahí de un salto  al piso y salir corriendo al comedor.

En este año se inaugura la escuela nocturna para maestros y a Jorge le gusta una chica que tenía su clase en lo que de día era cuarto ano y el busca, a la hora de la tarea, estar en la ventana del salón y también empezaba la canción de usted, que le chiflaba a la chica y cuando esta salía con una compañera, el pedía permiso para ir al baño y salir corriendo, sabiendo que la compañera iba a echarles aguas si se acercaba algún prefecto o maestro de la normal. Sin saber, que esta relación sentimental de caricias influía en su problema de las noches, éste fue reduciéndose muy lentamente, aunque este año no desapareció por completo. Ya para terminar el año, la madre de Jorge lo lleva con su tío, el Dr. loco Jacobo Hohenstein y oye que le aconseja que tenga calma, que ese problema desaparecerá, tan pronto se masturbe o comiencen sus primeras relaciones sexuales.

A mediados de año, en cualquier fin de semana se programa una excursión a las lagunas de San Bernardino, que quedan por puerta del aire en las cumbres de Acultzingo y van como responsables, los dos prefectos y cristinita, que ya era una mujer de pelo blanco, la ama de llaves, pero que no se preocupó, por los más o menos 70 kilómetros que se caminaron y las inclemencias del tiempo helado, además de las molestias de dormir en la tierra y que fue la que preparó las tortas, para salir muy de mañana el sábado, por supuesto que con la ausencia de nuestro malcriado interno Jorge, que acumuló sus diez puntos malos; pero fue su hermano, que prefirió la excursión  en vez de ir a casa y que regresó muy contento, aunque cansadísimo, platicando de que eran muy bonitas aunque de aguas heladas.

Entre ellos iba un muchacho, que poco sabía de la vida urbana, porque era la primera vez que salía de su casa en la sierra de Zongolica y que insistía que se llamaba Gelipe y se enojaba cuando le gritaban que era Felipe. Este interno, cuando lo castigaban en su casa, le decían que se lo iba a llevar el coco, cada vez que el tren pasaba sonando su corneta y el le llamaba el cocotren. Cuando le dieron su torta, que por primera vez veía algo así, tiro los bolillos y solo se comió lo de adentro y cuando alguien le pregunto por que hacia eso, sencillamente contestó “me crees tan idiota de comerme la cáscara” Lo único que entendía es que había que pelarla como las frutas.

Jorge y Eduardo Sievers en su primera comunión
Orizaba, Veracruz, México. (Foto colección Familia Sievers)


Por fin en mayo los hermanos Sievers hacen su primera comunion, pero a la hora que el cura baja para darle la hostia a Jorge, este se desmaya, entre el calor de la iglesia, el uniforme de gala y el encierro, con todos los internos, y su padrino Miguel Vázquez y su madrina, la señorita Carmen Lemaistre Alduncin, lo sacan al atrio a que se recupere y al regresar, recibe la comunión y se sigue con los demás feligreses y con la eucaristía de la santa misa.

Llegó de interno un español, alto y flaco, que se le decía el “chavo”, ya que por mayor que fuera, en España se acostumbra llamar así a los jóvenes y constantemente, en los recreos, estaba sentado, con una pierna del pantalón recogida un poco arriba de la rodilla y se le veía sobarse y sobarse; se supone que lo hacia por presunción o para avergonzarnos de que hasta ahí llegaba su miembro.

También el chino que le jalaba a Jorge de los pelos se metía al dormitorio y se ponía en la ventana que da a la calle y, encontró su compañero, quien se paraba en la fachada del edificio y uno para abajo y el otro a cacharlo con la boca, se decían hermanos de escupitajo y no había nadie que evitara que dejaran de hacer tremenda porquería.

Para evitar mas accidentes de externos alocados que salían corriendo a sus casa al terminar las clases, se encementó la parte del frente, de la fachada a la banqueta y se le puso reja, con un pequeño espacio libre, por donde ya salían menos muchachos a la vez.

Los Sievers que tomaban, para irse a casa los viernes en la tarde, los plateados, cuya terminal estaba en el parque cerca de la catedral y que era la corrida de un buen muchacho que los apreciaba; Alvaro, quien tenía su autobús limpio y muy adornado, ya en este año tomaban la flecha roja frente a la escuela, que los llevaba hasta la parada del nanche, adelante de Cuitláhuac, a donde se bajaban para caminar, ya oscuro, dos kilómetros hasta el rancho de sus padres.

Jorge entra a la banda de guerra, tocando corneta, con el privilegio de que para todas las inauguraciones de eventos deportivos o donde fuera necesitada, era llamada por ser la mejor de la ciudad; el día anterior se ponía la corneta en leche y el secreto estaba en que el sargento, llevaba a escondidas de los prefectos, un licor de naranja muy sabroso y nos daba un trago que había que echárselo a la trompeta para que se limpiara y sonara muy agudo y nítido. A los tambores se les desbarataba y se les estiraba bien la baquelita, aunque sacara ampollas la cuerda. Pero en una de las prácticas para hacer callo y sin boquilla su ayudante lo golpeó la corneta, sangrándolo del labio y con la misma le dió en el hombro, quedando ésta como charrasca y el sargento lo corrió, ya que por alemán, despreciaba todo lo que representaba a la nación mexicana y no tenia respeto de la corneta.

Como era escasa la comida, a los Sievers se les ocurrió sacarse el cuchillo de la mesa y entre los dos, poco a poco fueron haciendo un agujero, por donde terminaban los fregaderos, hasta traspasar la gruesa pared y lo suficientemente ancho, para que les pasara su mano y el brazo, ya que del otro lado había una panadería y con su domingo, los chamacos compraban bolillos, para hacerse sus tortas, con los aguacates que cortaban.

Cerca del agujero, había una cripta y mas arriba, dos ventanas que daban al baño de hombres del cine y los dos diablos y alguno otro interno, se subían por ahí y se colaban a ver las películas del enmascarado de plata, Kalimán y mas abusados se ponían, cuando se enteraban que había película prohibida para menores.

Para 1951, el último año de primaria y de internado, sin ninguna novedad, más que caras que se habían ido y nuevas que llegaban de compañeros y el profesor Domínguez, encargado también de sexto, ya que había dejado la prefectura, por que decía que era mucho paquete y entonces en su lugar está el profesor Mathews, quien trae un complejo de superioridad muy grande y anda en la mano, con los internos, con una vara para darle al desobediente. Pero con el inconveniente de que, creyendo que ya todos los internos dormían, llamaba a algunos de los mayores,  se llevaban a chamacas de la normal y su amiga llamada Rosario, salió embarazada

Quiso Jorge seguir con su chica del año anterior, pero cuando llego a buscarla, ya la tenían bien apañada y los demás cuates haciendo fila para echar aguas y no le quedó más remedio que agregarse al grupo de vigilancia sabiéndose perdedor en buena ley.

Este año a mediados de semana había funciones de lucha libre y los llevaban a ver al santo, Blue Demon, Sugui Sito, Enrique Llanes, Black Shadow y otros y también a la promoción de básquetbol de los Blue Trotters. Se hizo un campeonato interno de este deporte, con dos equipos de cuarto, uno de quinto y dos de sexto y gano el de niños de cuarto.

Se estaba peleando Alfredo Kuri con Eduardo Sievers y Jorge intervino a defender a su hermano pero también ponchado estaba, que tuvo para los dos hermanitos y con eso de turco y nazis, que fue lo que creo la enemistad, siguió más allá del internado. Había otro interno con su bata al cuello que se creía batman y que traía de encargo a Jorge, hasta que un día este se calentó y le puso una santa camotiza que ya se hacia a un lado al verlo venir.

Haciendo la tarea, Mathews pensó que Eduardo Sievers estaba hablando y se fue a darle con la vara y ninguno de los Sievers permite injusticias, así es que Eduardo se defendió hasta quitarle la vara y darle su estate quieto. No pudo llevar al chamaco a la dirección, ya que todos sabíamos de sus escapadas nocturnas y tuvo que sufrir en su orgullo

A ruegos, ya que Jorge buscaba quedarse castigado el fin de semana, para regresar a la banda de guerra, no podía ser aceptado y el sargento ni siquiera lo miraba, para permitirle, entrar como tamborista .Dio la casualidad de que había un compromiso, una invitación de mucho honor para participar la banda y se enfermó un tambor con lo que a la fuerza, se vio obligado a aceptar al chico. Cuando se toca el paso redoblado, los tambores lo tocaban diferente a lo que hacen los demás, se oye mejor, realza la nitidez de la música. Para los desfiles y lugares donde era invitada la banda, tenían que vestir el uniforme de gala y todos los internos hacían fila para usar la plancha, para que quedaran impecables la corbata, la camisa de cuellos almidonado y saco y pantalón, para que no se abrillantaran, se ponía un trapo húmedo al pasar la plancha.

Este año fue excepcionalmente frio y para los exámenes finales, estudiaban en casas hechas de ramas de árboles, en el patio de atrás y con fogatas, que más que estudio era la diversión, pero un interno de secundaria, Jose Luis Cuevas, estudiaba para su examen, sentado sobre un palo apoyado en un rincón del patio, a 5 centímetros arriba del piso y cuando sonó la campana para cenar, brincó, se torció el tobillo y tuvieron que llevarlo al hospital, cuando llegó, tuvieron que amputarle el pie por gangrena, a los pocos días, cuando ya estaba listo el callo para la prótesis, la gangrena había pasado la rodilla y le amputaron la pierna, al final, había pasado a donde ya no había remedio y a los dos años perdió la vida.

Jorge quiso aprender piano y como había uno que de vez en cuando tocaba el Prefecto Gómez, la escuela aceptó y le contrataron una instructora que venia dos veces por semana, pero el niño tenia que practicar diario por lo menos una hora y ahí fue donde la burra retorció el rabo, con el pretexto de que se iba a desafinar y al ver que no se practicaba y que el chamaco seguía con los dedos tiesos, renuncio la instructora al mes.

Para la graduación de primaria y con la felicidad de los Sievers después de cuatro años de internos, en Noviembre, delante de los padres de los internos, se hace una demostración de destreza y entrenamiento, con la participación de la primaria, de una tabla calistenia, muy bien ejecutada por los participantes, que recibieron el aplauso de los padres asistentes.
Este lugar fue el patio del Instituto Regional Veracruzano
Orizaba, Veracruz, México (foto: fjchaín)

9 comentarios:

  1. Fantastico relato Javier, para alguien quien fuera alumno del honorable INSTITUTO REGIONAL VERACRUZANO DE ORIZABA, fue como haber vuelto a vivir los dias en tan maravilloso y magico lugar.
    La muy detallada e interesante descripcion de la disposicion de los diferentes patios, salones de clases, dormitorios, pasillos, alberca, lavaderos y hasta los bagnos.... me hizo recordar hasta el olor de sus paredes... y volver a sentir el gelido 'calado' de sus 'aires'....
    Lo unico que te falto platicar fue acerca de la acequia y de la entrada al tunel que comunicaba a la huerta del jardin de las frambuesas (detras del arbol de chinene) con el Patio de San Jose, antiguo Colegio Apostolico de la Propaganda Fide de San Jose de Gracia.... bueno, pero eso lo dejamos para el proxmo capitulo... no es asi...?

    Muchas felicidades por haber hecho con esta pequegna historia homenaje a tan noble y desafortuandamente olvidada institucion.
    Un fuerte abrazo hasta Cordoba mi bien estimado,
    OMA / admin

    ResponderEliminar
  2. MIL DISCULPAS Jorge Sievers Lemaistre, distraidamente pense que el fantastico relato habia sido hecho por Fco Javier y a su nomnbre deje el pasado comentario. Espero me disculpes.

    Mi gratitud a tu persona por habernos ofrecido una pequegna ventana al ayer... que se fue.
    Un fuerte abrazo, OMA / admin

    ResponderEliminar
  3. jorge yo ingrese al inst.regional veracruzano en 1951 como interno de ier año de primaria y es excelente tu descripcion me hiciste vivir nuevamente.hoy 18 de enero fallecio el gran maestro profesor jose dominguez nos vamos a reunir exinternos el 18 de mayo si te interesa comunicate conmigo a mi correo garcia.1943@hotmail.com mi nombre es Manuel Garcia Sanchez

    ResponderEliminar
  4. yo estuve como medio ihnterno entre 1951 y hasta 1957, cursando 4 años de primaria y 3 de secundaria hasta 1957, receurdo con especial cariño al Prof. José Dominguex, quien me menciono en sus merorias, tuve la oprotuniad de verlo en Oreizba en varias ocasiones en que lo visite y lamento su fallecimiento, ojala que algunos cosniscioulos de la época como Antonio Arana, Jose Coll, Feneando Mantilla, Margarito Mena, Ernesto Acevedo hayan asistido a su funeral, yo estaba por Costa Rica y soloo kme entere posteriormente, pero quiero testimoniar mi recuerdo, Félix Zuritas Ochoa e-mail:zuritaochoa@yahoo,com

    pd. tengo un par de fotos que si intersea alñ administrador de este blog con gusto se las envio scannadas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Felix si te es posible envíame fotos que tengas y yo te enviare algunas quiero informarte que el profesor Domínguez en una reunión hace tres años nos obsequio un resumen de sus memorias si te interesa te puedo enviar fotocopias o escaneártelas saludos

      Eliminar
    2. Pues regreso de otro viaje, y quiero enviarte una foto de 1953 del quinto año con el prof Hernandez pero aqui no logre pegarla y en Face Book hay un par de homonimos y de edad diferete en you tube vi a otro con tu nombre y un numero 1 favor de enviarme a Facebook a Felix Aurelio Zurita tu direccion o a la mia
      zuritaochoa@yahoo.com
      y tambien scaneada la pagina 87 de las memorias del Prof Dominguez adonde me menciona tambien alguna imagen etre 1952 y 1957 cuando asisti y quizas coicidimos en diferetes grupos yo esporadicaete asisto a los desayunos de orizabeños en el Centro VERACRUZANO del DF o paso por Orizaba y Cordoba conservate bien y espero noticias

      Eliminar
  5. HOLA JORGE, ESTOY LEYENDO TU NOSTÁLGICA RESEÑA, ESPERO ME RECUERDES YA QUE FUIMOS AMIGOS EN ESTA INSTITUCIÓN, DESEO CONTACTARME CONTIGO SOY CESAR RODRIGUEZ FIGUEROA Y MI CORREO ES pizarrostla@hotmail.com SALUDOS !!

    ResponderEliminar
  6. fantastico! estoy sorprendido, no pensé que a alguien se le ocurriera publicar una magistral reseña de el INSTITUTO REGIONAL VERACRUZANO (de mis mejores recuerdos), curse desde primero hasta quinto, en mi época nos toco ir a clases en la Covadonga por las tardes , esto después que el temblor de 1973 dejo daños en el instituto. Recuerdo a muchos compañeros de salon. Esta reseña me hizo revivir los pasillos, los olores, las corrientes de aire que , en época de frio, calaban los huesos, la pequeña alberca (seca) y junto a esta, la tiendita. Los baños, el pasillo con los bebederos, ufff, recuerdo a mi maestra de tercero, me enamore de ella! de mis compañeros de salon : Franco (el de la mascota) cesar y hector morales, Llanillo, Demetrio, adrián Guzman, Vignon, Velez, y me cuesta recordar a todos, Mario olivares casas, Heredia , tantos. Recuerdo que nuestras aventuras eran los campos, recuerdo que nos toco en primero la vacuna contra la polio, que nos dejo a todos la cicatriz en el hombro. muchas muchas gracias por publicar esto. Juan Tress , juantress@gmail.com

    ResponderEliminar
  7. me falto comentar que mi época en el instituto fue durante los 70s , la Srita Felisa era la secretaria y el director era el Maestro Donasiano, que daba 6o.

    ResponderEliminar